María Antonia Iglesias, escritora del diario El País y ex-directora de Informe Semanal deTVE durante el gobierno Felipe Gónzalez, es una habitual en el programa de Sáenz de Buruaga Madrid Opina. Ayer hizo, como de costumbre, intervenciones gloriosas que serán recordadas por algunos a causa de su hipocresía y su irreverente desfachatez. Pero esto no debe sorprendernos, pues es algo a lo que nos tiene acostumbrados.
Esta mujer, en pleno debate sobre las relaciones Iglesia-Estado, se atrevió a declararse católica para dar más veracidad a sus ataques, ya no críticas, a la Iglesia Católica. Después de haber llegado a afirmar en otro programa que militó en el Partido Comunista y de atacar a conciencia el ideal cristiano en numerosas ocasiones, tachando de fascista e intolerante a todo aquel que lo defendiese e insultando a todo ser humano perteneciente al clero, después de todo eso se atrevió ayer a declararse católica para poder atacar sin ninguna piedad a todos los católicos.
Esta oronda señora, esta especie de ser humano degenerado en una babosa pseudoinformadora, que se dice tolerante y defensora de la libertad, insulta y falta al respeto a todo aquel que ose llevarle la contraria. Con su verborrea, digna de ser comparada con el más pestilente estiércol salido jamás de la boca de Hugo Chávez, agrede y descuartiza sin piedad a todo ser viviente que se atreva a hacer uso de su libertad de una forma que ella considere incorrecta.
Maria Antonia Iglesias manipula el lenguaje y la verdad para hacer de sus declaraciones auténticos dogmas de fe. No sé donde escuché que si miras en la boca de la gente verás mentiras retorciéndose como gusanos. Pues si uno mira en la boca de Maria Antonia no verá gusanos sino gigantescas anacondas.
Podemos ver en ella el modelo de progresista actual. La mayoría son iguales que ella, pero son capaces de disimular esa vena dictatorial, cosa de la que no es capaz para nada.
Y en el fondo de toda esa personalidad dictatorial se esconde en realidad el mismo deseo que se esconde en lo profundo de la izquierda española: el deseo de un Estado todopoderoso que controle todas y cada una de las cosas que hacemos los ciudadanos. Un Estado que, al fin y al cabo, acabe con nuestra libertad para poder ellos imponer sus criterios y su ideología. Detrás de toda esa fachada de tolerancia y pluralismo habita sin embargo un ansia de imponer sus creencias. Y parece que, para ellos, la cosa marcha viento en popa, pues van poco a poco logrando sus objetivos. Las cosas van como en aquel verano en el que Harry Goldfar y Tyrone C. Love saborearon la gloria gracias a la prosperidad de su negocio de "caballo". Al igual que el posterior hundimiento de ambos con su sucio negocio también ese sueño de un Estado todopoderoso, muy parecido al que dominó Rusia durante la negra etapa del comunismo, se desvanecerá como una nube de polvo, pues está fundamentado en basura, en un retorcimiento moral.
Por ello todos los esfuerzos por alcanzar ese "perfecto" Estado laico (laicista en realidad) y tiránico no son más que un canto fúnebre a un sueño que ha nacido muerto.
martes, 13 de mayo de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario